*Olivier Chassot y Allan Valverde.
Las áreas protegidas y conservadas son consideradas como el mecanismo más efectivo para la conservación de la biodiversidad. Los aportes de las áreas protegidas y conservadas a la humanidad son innumerables y esenciales e incluyen, entre otros, los servicios de polinización, plantas medicinales, agro-biodiversidad, fuente de producción y recolonización de especies marinas, banco genético, fuente de agua limpia, fuente de energía hidroeléctrica, arrecifes, manglares y humedales para la protección de las costas.
Actualmente, más de 210,000 áreas protegidas cubren el 15% de la extensión terrestre del planeta e incluyen una amplia diversidad de ecosistemas. Las áreas protegidas y conservadas pueden dividirse en terrestres y marinas o marino costeras, o bien en privadas, públicas, comunales, o de carácter mixto; sin embargo, independientemente de esa condición cada país ha definido una serie de categorías de manejo, en las que establece el objetivo principal y se determinan los tipos de actividades permitidas y no permitidas.
A pesar de que los gobiernos reconocen que las áreas protegidas y conservadas son esenciales para una conservación eficaz de la biodiversidad, el crecimiento de las poblaciones humanas y el uso de los recursos naturales, han resultado en una explotación insostenible de la biodiversidad. Se registran avances importantes en la protección de ecosistemas en el ámbito marino. Sin embargo, la protección de los océanos se está quedando rezagada, y se mantienen brechas sustanciales en la cobertura de protección de la biodiversidad mundial.
En general, no cabe duda de que las metas de mejorar la gestión de las áreas protegidas y conservadas se han centrado en incrementar su efectividad operativa, pero que se ha generado poca orientación sobre cómo mejorar la eficacia colectiva para alcanzar los objetivos globales de conservación de la biodiversidad y cómo proteger algunos ecosistemas poco representados dentro de esos sistemas. Más preocupante aún es el hecho de que solo un 7.5% de la superficie de los países se encuentra bajo alguna categoría de protección u otro mecanismo de conservación adecuadamente conectado, lo cual corresponde a la mitad de la cobertura total de áreas protegidas terrestres (14.7%), y que únicamente un 30% de los países están alcanzando la Meta de Aichi 11. 4 *.
América Latina y el Caribe América Central y América del Sur son las regiones con más territorio designado como áreas protegidas en el planeta, con 28.2% y 25% respectivamente. La economía de América Latina y del Caribe aún se asocia con la provisión de materias primas y bienes básicos, pero también se destaca por ser cuna de una gran diversidad biológica en un porcentaje relativamente bajo de cobertura terrestre.
El territorio terrestre que ocupa América Latina presenta un 42% de todos los mamíferos terrestres conocidos, un 43% de los reptiles, y un 47% de los anfibios. En este mismo territorio están representadas 21% de las ecorregiones terrestres, las cuales contienen el 22% del agua dulce del planeta y el 16% de los recursos hídricos marítimos.
Nuestra región posee una sobresaliente diversidad de diversidad de ambientes como consecuencia de la variación latitudinal y altitudinal que abarca; desde el desierto más árido de América (Atacama en Chile) hasta la selva del Amazonas, uno de los sitios más húmedos del mundo; también hace parte de la región un importante conjunto insular en el Mar Caribe.
Por la importancia en la conservación de la biodiversidad, un grupo importante de áreas protegidas han sido reconocidas y designadas por la UNESCO como Sitios Patrimonio Natural de la Humanidad y como Reservas de Biosfera. Además, importantes humedales han sido reconocidos como áreas protegidas importantes por la Convención Ramsar.
Amenazas
Las amenazas que pesan sobre las áreas protegidas y la biodiversidad se pueden categorizar en directas e indirectas. Algunas de esas amenazas directas son la minería, el desarrollo de infraestructura, turismo no sostenible, extracción excesiva de recursos, degradación, fragmentación y pérdida de hábitat, mientras que las amenazas indirectas incluyen el cambio climático, el uso inadecuado del territorio, especies invasoras, y la contaminación exógena, entre otras. Se estima que la tasa de extinción actual de las especies esde 100 a 1000 veces más rápida que la dinámica natural.
Una de las principales preocupaciones en el ámbito mundial para la sobrevivencia de los sistemas naturales y humanos son los cambios en el clima que se han documentado en las últimas décadas. América Latina y el Caribe son especialmente vulnerables debido a su ubicación geográfica y situación climática, su condición socioeconómica y demográfica, y la alta sensibilidad al clima de sus activos naturales, como los bosques y la biodiversidad. Ante estos cambios, los sistemas de áreas protegidas nacionales tendrán que ajustarse y, en ciertos casos, expandirse para cumplir con el papel de amortiguamiento y adaptación a los potenciales cambios del clima.
Estos ajustes deben realizar en los ámbitos de planificación, evaluación, política y capacitación.
Soluciones
Las áreas protegidas y sus paisajes de conectividad constituyen una solución natural frente a los impactos del cambio climático, la presión demográfica y la pérdida de biodiversidad.
Constituyen elementos clave del paisaje para la conservación de la biodiversidad, revisten múltiples valores sociales, culturales y económicos, son el soporte para el bienestar humano y nuestros modos de vida y son fundamentales como estrategia para reaccionar frente a los desafíos globales.
En definitiva, las áreas protegidas y conservadas son fundamentales para la economía, pues representan tanto un costo evitado como un ahorro en los procesos de mitigación y adaptación al cambio climático. Sin ellas, el ser humano no tiene futuro.
Para cumplir su función en el ámbito global, las áreas protegidas deben gestionarse de manera eficaz y equitativa, ser ecológicamente representativas y estar bien conectadas e incluir otras medidas de conservación eficaces basadas en áreas.
Existe evidencia significativa sobre el requerimiento de metas de conservación de la biodiversidad mucho más ambiciosas que las que fueron acordadas por las naciones en la Meta 11 de Aichi, y que conservar por lo menos un 50% del planeta es una necesidad para evitar elcolapso de los ecosistemas del planeta.
Para lograr esta ambiciosa meta, debemos de comprometernos firmemente, utilizar un abordaje integral de la gestión de la conservación, cambiar de paradigma y probar otros enfoques, y ser creativos para responder a los desafíos de los cambios globales..
“Las áreas protegidas y conservadas son fundamentales para la economía, pues representan tanto un costo evitado como un ahorro en los procesos de mitigación y adaptación al cambio climático. Sin ellas, el ser humano no tiene futuro.”
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